Cuando compartes tu vida con un gato, aprendes a disfrutar de su elegancia, su independencia y esos momentos de complicidad silenciosa. Sin embargo, a diferencia de los perros, los gatos son maestros en disimular su malestar, ya que en la naturaleza, mostrar debilidad era señal de peligro. Por eso, detectar a tiempo si tu gato tiene alguna afección puede marcar la diferencia entre un tratamiento sencillo y complicaciones graves. En este artículo descubrirás cómo saber si tu gato está enfermo, los signos más sutiles y los más evidentes, las enfermedades comunes detrás de esos síntomas y qué debes hacer en cada caso.
¿Por qué es difícil saber si un gato está enfermo?
Una de las razones por las que es difícil detectar una enfermedad en gatos es porque por instinto tienden a ocultar cualquier debilidad.
En la naturaleza, un animal herido se convierte en un blanco fácil para los depredadores, y aunque tu gato viva en casa, este comportamiento sigue vigente.
Además, cada gato tiene una personalidad distinta, por lo que conocer su comportamiento habitual es clave para notar cualquier cambio que indique un problema de salud.
Signos físicos que delatan a un gato enfermo
Cambios en el pelaje y el aseo
Entre los primeros signos físicos que puedes notar están los cambios en el pelaje y el aseo.
Un gato sano mantiene su pelaje limpio, brillante y bien cuidado gracias a su constante rutina de acicalamiento.
Si notas que el pelaje está opaco, enmarañado, con mucha caspa o que tu gato ha dejado de acicalarse, es posible que algo no esté bien.
Pérdida o ganancia de peso
La pérdida de peso repentina también es motivo de preocupación, ya que puede ser síntoma de problemas como hipertiroidismo, insuficiencia renal o incluso un tumor.
Por otro lado, un aumento anormal de peso puede derivar en obesidad, con riesgos asociados como diabetes o enfermedades articulares.
Lo ideal es controlar el peso de tu gato regularmente y observar si se notan las costillas o si el abdomen ha crecido.
Ojos, nariz y boca
Observa también los ojos, la nariz y la boca. La presencia de secreciones en los ojos o en la nariz, especialmente si son espesas o de color verdoso, puede indicar una infección respiratoria.
El enrojecimiento o inflamación en estas zonas también puede ser un signo de enfermedad.
Si percibes un aliento desagradable de forma persistente, podría estar relacionado con problemas dentales, renales o incluso alteraciones metabólicas.
Cambios en el comportamiento
Hábitos de comida e hidratación
Las alteraciones en la conducta también pueden reflejar problemas de salud. Si notas que tu gato pasa más de 24 horas sin comer, lo mejor es acudir al veterinario cuanto antes, ya que podría estar atravesando una condición médica seria.
En los felinos, la falta de alimentación durante 48 horas puede desencadenar una lipidosis hepática, una enfermedad grave que compromete el funcionamiento del hígado.
Por el contrario, si comienza a comer y beber en exceso, podría tratarse de un caso de hipertiroidismo o diabetes.
Niveles de energía y sociabilidad
Mantente atento también a sus niveles de energía. Si duerme mucho más de lo habitual o se muestra apático, algo podría andar mal.
Un gato que se esconde de manera constante, evita el contacto o se vuelve excesivamente cariñoso de repente, está manifestando un cambio importante en su estado emocional o físico.
Vocalizaciones y postura
Cambios en el tono o la frecuencia de los maullidos también pueden ser indicios de dolor o malestar.
Asimismo, las posturas anómalas, como encorvar la espalda o mantenerse inmóvil en una sola posición durante horas, suelen estar relacionadas con dolor crónico.
Problemas relacionados con el sistema urinario e intestinal
Dificultades al orinar o defecar
El sistema urinario y digestivo también ofrecen pistas claras sobre la salud de tu gato.
Si ves que tu gato se esfuerza para orinar, lo hace fuera de su caja de arena o hay sangre en su orina, podría estar sufriendo una infección o un bloqueo urinario, que es una emergencia médica.
La diarrea o el estreñimiento prolongado pueden estar relacionados con gastroenteritis, parásitos u otras enfermedades.
Vómitos frecuentes
En cuanto al vómito, si se presenta de forma ocasional puede no ser preocupante (por ejemplo, debido a bolas de pelo), pero si es frecuente, contiene sangre o está acompañado de otros síntomas, es fundamental consultar al veterinario.
Enfermedades específicas
Complejo respiratorio felino: Este complejo, causado por herpesvirus tipo I y calicivirus, produce estornudos, secreción nasal, fiebre, pérdida de apetito y, en casos graves, neumonía.
Virus de la leucemia felina (FeLV): Este retrovirus puede provocar pérdida de peso, pelaje pobre, infecciones recurrentes y anemias.
Inmunodeficiencia felina (FIV): Debilita el sistema inmunológico y se manifiesta con fiebre, pérdida de apetito, infecciones crónicas y, en etapas avanzadas, signos neurológicos.
Peritonitis infecciosa felina (PIF): Es una enfermedad grave con dos formas: la húmeda, que genera acumulación de líquido en el abdomen o el tórax; y la seca, que afecta el sistema nervioso central.
Micoplasmosis felina: Otra patología común que provoca fiebre, letargo y anemia.
Emergencias veterinarias: Cuándo no esperar
Hay ciertas situaciones que requieren atención veterinaria inmediata. Si tu gato tiene dificultad para respirar, colapsa, vomita o tiene diarrea con sangre, convulsiona o no puede orinar, debes acudir al veterinario de urgencia sin demora.
Estos signos pueden indicar enfermedades potencialmente mortales que no pueden esperar.
¿Qué puedes hacer en casa?
En casa, puedes adoptar varias medidas preventivas. Observar a tu gato a diario te ayudará a notar cualquier cambio sutil.
Llevar un registro de sus hábitos alimenticios, de eliminación y su peso corporal es de gran utilidad.
Mantener su entorno limpio, seguro y estimulante también contribuye a su bienestar.
No olvides mantener al día sus vacunas y desparasitaciones, ya que la prevención es siempre la mejor medicina.
Cuándo visitar al veterinario
También es fundamental realizar visitas regulares al veterinario. Una revisión anual, o cada seis meses en gatos mayores, puede detectar enfermedades en sus primeras etapas.
Estas visitas deben incluir evaluaciones generales, exámenes de sangre, orina y una revisión dental.
Si notas cualquier cambio persistente en su comportamiento, peso, apetito o apariencia, no dudes en consultar al especialista.
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